Wednesday, November 29, 2006

Monday, November 27, 2006

DEFINICIONES

¿QUE ES UN MITO?

  • Un mito es un tipo de creencia establecida generalmente a través de varias generaciones, con relación a ciertos hechos improbables y sorprendentes que, de acuerdo al mito han sucedido en la realidad, y que no son pasibles de ser verificados de manera objetiva.

  • Relato tipo leyenda, tradicional, creado anónimamente en el seno del pueblo y, por lo tanto, expresión de sus sentir colectivo. Es una narración construida y trasmitida a través de generaciones. En esta obra, utilizamos la expresión mito para referirnos a las falsedades existentes en relación a lo sexual.

  • Del griego "mythos", cuya etimología remite a significados como "palabra", "discurso". Se entiende por mito todo relato acerca de los orígenes de cualquier tipo de realidad (desde el origen del universo y del ser humano, hasta el de un objeto cualquiera). Tal relato tiene las características de apelar a lo sobrenatural, como elemento explicativo, y de recurrir a un lenguaje ambivalente, lo que le lleva a incurrir en contradicciones. ...

LA DAMA Y EL VIAJERO


Cuando me disponía venir a Lima conocí a don Guillermo, que muy amablemente me invito a subir a su camión en donde transportaba cereales a la capital desde Huancavelica; subí en la Oroya. Le dije que tenia el mismo nombre de mi abuelo ya fallecido, que también se dedicaba en sus años de juventud a viajar transportando alimentos de Huancayo a Huancavelica y viceversa.Te cuento lo que me paso en el pueblo de Pampas, cuando viajaba para Huancayo trayendo carga –me dijo.“Cuando salía de Pampas, ya muy de noche y bajo una interminable lluvia, pude avistar a una mujer en el camino; ella iba caminando muy lentamente en la carretera, debiste verla con aquel vestido blanco totalmente empapado. Frene suavemente pues también iba despacio por el mal estado de la carretera.Le hice una señal para que suba al camión y así pudiera protegerse de la lluvia, ella asintió y se sentó en el mismo lugar en donde estas tú. Era una mujer muy joven y bella, al verla en esas condiciones le ofrecí mi casaca para que pudiera abrigarse, me agradeció y en su rostro vi dibujada una sonrisa tierna.Al acercarnos al poblado la Mejorada, ella me pidió bajarse del camión; pues tenía familia allí. Como aun llovía y era apenas las dos de la madrugada, le dije que se quede con mi casaca, que en otro momento iría por ella. Solo le pedí la dirección de su casa.Pasó una semana y cuando volví a la Mejorada, fui a buscarla hasta su casa. Grande fue mi sorpresa cuando salió su madre y me dijo que Virginia -así me dijo que se llamaba-, había muerto hace diez años atrás. Precisamente en un accidente de carreteras, cuando el bus que los transportaba de Pampas se fue directo al barranco; en el lugar donde la recogí.Yo no le creí a la señora y pensé que se querían quedar con mi casaca. Para confirmar los hechos, su madre me llevo hasta el cementerio del pueblo y allí pude corroborar que en verdad la joven y bella Virginia estaba muerta. La fotografía en el nicho era la misma chica que vi hacia como una semana. Pero lo que más me sorprendió, fue ver mi casaca a un costado, junto al nicho de la joven. Su madre no tenia explicación alguna por lo sucedido, solo me dijo que era la cuarta vez que pasaba eso; habían preguntado por su hija que había subido al camión en la carretera a Pampas.”Quisa sea un relato cierto, porque mi abuelo Guillermo me contó lo mismo. Para poder confirmar esta historia fascinante, viaje hasta el poblado la Mejorada en Huancavelica, no busque precisamente el domicilio de la joven Virginia; sino me fui directamente hasta el cementerio y busque su nicho toda la mañana de un sábado de Junio del 2000.Cuando me sentía desanimado y listo para salir del lugar, vi algo que me llamo la atención. Me acerque rápidamente hasta aquel sitio y note algo al costado de un nicho; era una bolsa, y dentro de ella pude ver una chompa de alpaca de color marrón y franjas blancas. Era el nicho que estaba en un extremo del cementerio, casi escondido, casi olvidado. En la lapida semidestruida pude distinguir el nombre de Virginia Matos, fallecida en 1989. Aunque no pude ver la fotografía.Deje las cosas en su lugar y salí del cementerio, ya era de tarde; sentí el deseo de ir a la casa de Virginia. Al volver a Huancayo me preguntaba ¿Cómo pudo llegar aquella bolsa con una chompa hasta ese lugar? ¿Por qué precisamente ahora que fui a confirmar la historia? ¿Será que Virginia me tenía algo preparado como bienvenida? Quizá apenas haya sido una mala pasada de mi imaginación.Relato recogido y escrito por Roger Piñas. La Mejorada, Huancavelica.

EL CONDENADO


Un arriero que traía de Ayacucho cuatro cargas de plata a lomo de mulos, por encargo de su patrón, se alojó en las inmediaciones de Izcuchaca (Huancavelica), en un lugar denominado “Molino” de propiedad del señor David, quien tenía su cuidador; éste muy de madrugada, mientras el arriero cargaba el cuarto mulo, hizo desviar una carga y arrojó solo al animal. Mientras el cuidador se repartía el dinero con el propietario del sitio, el arriero desesperado con su desventura a cuestas, puesto que, para reparar la pérdida tenía que trabajar el resto de su vida y tal vez hasta sus descendientes, impetraba de rodillas a los causantes quienes por la codicia del dinero tornándose indolentes y sordos al clamor el pobre indio cuyas inocentes lágrimas llegaron hasta el cielo en procura de la justicia divina. Al poco tiempo murió el cuidador del “molino”, su mujer y su hijo. Aquel por ser el culpable directo se condeno, es decir, arrojado “alma y cuerpo” de la vida ultraterrena, debía refugiarse por entre los montes tomando la forma de un animal con cabeza humana gritando de vez en vez: David devuelve la plata… Inclusive creen que por causa del humo don David, dueño del molino, que aún vive, sufrió de parálisis en sus piernas.Algunos indios astutos aprovechan de esta superstición del “condenado” para llevarse, en época de cosecha, un poco de cereales de las eras.Recogida y aumentada. Estampas Huancavelicanas.

Saturday, November 25, 2006

EL MITO DEL CONDOR



Se dice que en una comunidad, un hombre vivía con su hija. La hija pastaba las ovejas, llamas y otros animales. Cada día un joven vestido con elegancia iba a visitarla. Tenía un traje negro hermoso, chalina blanca, sombrero y todo. Cada día iba a visitar a la mujercita, y se hicieron buenos amigos. Jugaban a todo. Un día comenzaron a jugar de esta manera: “Alzame tu y yo te alzaré”. Bueno, comenzaron el juego, y el joven alzo a la mujercita. Recién cuando la había alzado en alto, la mujercita se dio cuenta de que estaba volando.El joven puso a la mujercita dentro de un nicho en un barranco. Allí el joven se convirtió en cóndor. Por un mes, dos meses, el cóndor criaba a la mujercita. Le daba toda clase de carne: carne asada, carne cocida. Cuando habían estado unos años juntos, ella llego a ser mujer. La jovencita dio a luz un niñito, pero lloraba día y noche por su padre, a quien había dejado en la comunidad. “¿Cómo puede estar solo mi padre? ¿Quién está cuidando a mi padre? ¿Quién está cuidando a mis ovejitas? Devuélveme al lugar de donde me trajiste. Devuélveme allá”, le suplicaba al cóndor. Pero él no le hacia caso.Un día un picaflor apareció. La joven le dijo: “¡Ay, picaflorcito, mi picaflorcito! ¿Quién hay como tú? Tienes alas. Yo no tengo ninguna manera de bajar de aquí. Hace más de un año, un cóndor, convirtiéndose en joven, me trajo aquí. Ahora soy mujer. Y he dado a luz a su niñito”. El picaflor le contestó: “Escúchame joven. No llores. Te voy a ayudar. Hoy día iré a contarle a tu papá donde estás, y tu papá vendrá a buscarte”. La joven le dijo: “Escúchame, picaflorcito. ¿Conoces mi casa, no? En mi casa hay hartas flores bellas, te aseguro que si tú me ayudas, toditas las flores que hay en mi casa serán para ti”.Cuando dijo eso, el picaflor volvió contento al pueblo, y fue a decir al padre de ella: “He descubierto dónde está tu hija. Está en el nicho de un barranco. Es la mujer de un cóndor. Pero va a ser difícil bajarla. Tenemos que llevar un burro viejo”, dijo el picaflor, y contó su plan al viejo. Fueron, llevando un burro viejo. Dejaron el burro muerto en el suelo. Y mientras el cóndor estaba comiendo el burro, el picaflor y el viejo ayudaron a la jovencita a bajar del barranco. Después llevaron dos sapos: uno pequeño, otro grande, y dejaron los sapos en el nicho del barranco. Bajaron el viejo y su hija y fueron hacia el pueblo. El picaflor fue donde estaba el cóndor, y le contó: “Oye, cóndor. Tu no sabes que desgracia hay en tu casa”.“¿Que ha pasado?” el cóndor le preguntó.“Tu mujer y tu hijo se han convertido en sapos”. Bueno, el cóndor se fue volando a ver. Ni la joven, ni su hijo estaban dentro del nicho, solamente dos sapos. El cóndor se asustó, pero no pudo hacer nada; y el picaflorcito está todos los días entre las flores en la casa de la jovencita. Mientras ella, su hijo y su padre viven felices en la comunidad.Recogido de Gloria Tamayo. Cusco, Perú.

Tuesday, November 21, 2006

madre coca

LA MADRE COCA

de: Francisco Carranza:
Madre Tierra, Padre Sol. Mitos leyendas y cuentos andinos
Trujillo 2000.
Kuka, que en castellano es conocida como coca, era una bella ñusta que vivía aprendiendo todas las cosas que debían saber las mujeres de su época y pueblo: tejía, bordaba, aprendía canciones y bailes para cada oportunidad, memorizaba relatos, proverbios, trabalenguas, adivinanzas, obras teatrales; identificaba las estrellas y sabía qué significaban para la vida. Sabía la cortesía y etiqueta para cada caso. Es decir, sabía lo suficiente como para ser considerada una ñusta respetable.

Estando recluida en el akllawasi, gineceo dedicado a las nobles, escuchó noticias muy alarmantes de la boca de las maniakuna, matronas que cuidaban de la educación de las ñustas escogidas. Habían llegado unos barbudos blancos que andaban sobre animales más grandes que las llamas, tenían armas como truenos y rayos, olían a guano y eran muy extraños porque comían metales preciosos como el pájaro cuchipiyo. Eran unos hambrientos de oro.

Una tarde de lluvia y niebla llegaron esos forasteros al acIlahuasi y con prepotencia pidieron posada y comida. Después de saciar su estómago se apoderaron de todas las joyas, mataron a las mamakuna que se opusieron y violaron a todas las chicas. Eran, realmente, unos indeseables.

Cada uno se apropió de una chica, y la ñusta Kuka llegó a ser propiedad de un barbudo maloliente con muchas cicatrices en todo el cuerpo. Éste, que en cada lugar se hacía de otra mujer, había llegado al pueblo con su tropa de mujeres. Kuka se sintió humillada, peor que cualquier basura. Sus padres habían muerto defendiéndose de los despojadores. Ella estaba sola, pero no quería permanecer más con ese barbudo.

Una noche contó su triste suerte a un muchacho de su pueblo. Y ambos, después de lamentarse de la desgracia general, decidieron fugarse con el objetivo de internarse en la selva donde sería más difícil de ser hallados. La selva oculta a todo el que entra en ella.

Cuando la estrella Taclla apareció sobre la cresta de] nevado cada uno de ellos salió de prisa por la empinada cuesta. Después de unas dos horas de camino se encontraron en el lugar convenido,

emocionados de poder fugarse continuaron subiendo la ladera. Pero, para sus desgracias, una vieja barragana se había dado cuenta de que Ñusta después de salir sigilosa no había regresado desde hacía más de dos horas. Comedida fue a avisar al patrón para prevenirle que una de sus chicas se había ido, seguro para engañarle con otro.

El patrón, enojado, la identificó, la llamó y buscó por toda la casa y sus contornos, y al no hallarla, mandó a sus criados que rápido le ensillaran su caballo bayo y le soltaran su galgo negro rastreador. Al amanecer los jóvenes ya habían culminado la cima y ahora corrían por una inmensa pampa a la orilla de una laguna grande. El viento frío de la jalca les azotaba el rostro. En esos momentos el perseguidor también alcanzaba la cima con el caballo botando espuma por la boca. Picó los ijares haciendo bracear a la bestia por la pampa hasta que vio a los fugitivos. Soltó a su galgo para que los alcanzara. Así que cuando recién llegaban los delicados rayos del sol el perro ya estaba debajo de una roca grande donde se habían subido los jóvenes. El cazador de animales y personas ladraba furioso, babeante y mostrando sus grandes caninos filudos. Allí llegó el barbudo perseguidor.

-Perdón, patroncito -gemía la desgraciada Kuka, arrodillada y con las dos manos juntas como la vizcacha-. Ya no haré más, patroncito...

- ¡Perra! ¡Puta! Yo no perdono a nadie, ahora vas a ver lo que voy a hacer con este maldito indio.

De un latigazo tumbó al muchacho que rodó sobre las piedras y cuando estaba levantándose lo derribó de un puntapié en el pecho. El muchacho exhaló un grito sordo de ahogo agarrándose el pecho con las dos manos. El barbudo, desenvainó la espada, presionó la punta sobre el cuenco entre el cuello y el pecho de la indefensa víctima. Y luego azuzó a su perro.

-¡Lucero, muerde!, ¡Lucero, muerde! Es tu desayuno, Lucero.

El galgo, como otras veces, comenzó a morder por todas partes al muchacho que se acurrucaba y pataleaba. La muchacha, en su desesperación, saltó sobre el hombre, hasta que un manazo la hizo rodar. El airado patrón hundió la espada en el cuenco de donde borbotó un manantial de burbujas rojas. Lucero se prendió de esa parte, comenzó a saborear la sangre y carne aún tibias y con violencia iba destrozando su presa con la violencia de los perros cazadores. El

barbudo amarró de las manos a la chica temblorosa, se tiró sobre ella con la misma violencia de su perro y así iba saciando su lujuria. Kuka se sintió totalmente abandonada, huérfana de huérfanas; en su impotencia y desesperación pensó que el lejano cielo azul, los cerros, la dura tierra, todos eran sordos, ciegos e insensibles. Hombre y perro se saciaron de sus presas; el caballo resoplaba, movía las orejas y batía la cabeza. Iniciaron el retorno arrastrando a Kuka, el caballo galopaba por el camino cascajoso y duro hasta que aparecieron unos viajeros que venían en sentido contrario. Ante esto, el barbudo jinete desató la soga, dejó el cuerpo ensangrentado y empolvado y continuó su cabalgata. Los viajeros pronto se toparon con el cuerpo desnudo y maltrecho, lo envolvieron con sus ponchos, la reconocieron, la levantaron y, lamentándose de los tiempos cambiados, se llevaron cargando hacia la región cálida de la montaña. La desfigurada e hinchada muchacha murió después de unas convulsiones largas en que abría y cerraba las manos de dedos crispados.

En el lugar que la enterraron creció una planta de hojas verdes, menudas y fragantes. Una planta como otras que crecían en esa chacra. Una anciana que estaba de paso por ese lugar escuchó muy interesada el relato de la muerte de la joven y se acercó a observar esa planta que, realmente, no tenía nada especial; pero esa noche tuvo dos sueños. En el primer sueño, una bella ñusta de trenzas gruesas, de monillo verde y de bata negra y bordada de flores de muchos colores le ofreció un puñado de hojas verdes. Y pronto se alejó prometiéndole volver con más hojas y flores. En el segundo sueño, era la misma muchacha pero de rostro y cuerpo llenos de llagas y sangre, lloraba desconsolada en el mismo lugar donde estaba el arbolillo. La anciana, compadecida, se le acercó.

-Dime niña, ¿quién eres y por qué lloras tanto? -la acarició tratando de consolarla-. ¿Acaso a tu temprana edad has cometido algún delito grave?

-Yo soy Kuka, mamita. Lloro y sufro por tanta gente que muere por culpa de los desalmados y barbudos forasteros... -no pudo continuar, el dolor y la ira la ahogaban. Después de una larga pausa habló resuelta- Pero, mamita, óigame bien: yo me vengaré. Me convertiré en la perdición de ellos, los seduciré con mi gracia de niña violada antes de ser mujer y los mataré lentamente hasta a sus insaciables descendientes. Esto me aconsejan nuestras Huacas...

Al despertar, la anciana recordó las palabras de los "los sueños de¡ alba son revelaciones", y aún con las imágenes de sus dos sueños, se levantó temprano y se dirigió a ese hacerle una visita especial. Llegando allí cogió all seductoras hojas, las masticó lentamente y le hablóde lo más profundo de su ser.

-Mamita Kuka, dime qué puedo hacer para calmar viento fresco sacudió las ramas, y la anciana sintió el dulzor de las hojas dentro de su boca. Sonrió acariciando al arbolito. En cuanto al mandato de las Huacas, haz lo que te aconsejan; si ellas el porqué. Pero cuida a nuestra gente, sigue dándo sabiduría y valor.

Otro viento fresco movió las ramas, y las hojas dentro saltaron alegres. Todo estaba aclarado.

Antes de marcharse contó sus sueños a los de la e todos que cuidaran mucho esa planta y que llevaran sus semillas a todos los lugares para que las palabras de Kuka tuvieran su real cumplimiento. Así se hizo.

Y ahora, hijos de la Madre Coca, cantemos todos:

Ayllullay, ama waqaytsu.
Markallay, ama ñakaytsu.
Mama Kuka kutimunqam
saprakuna ushatsiqnin.

No llores, ayllu querido.
No sufras, pueblo querido.
Volverá la Madre Coca
para acabar con barbudos).

Alza tus brazos, hermano. Abre tus manos, hermano. Recibe las verdes hojas. Comulguemos todos juntos.